La mente humana no comprende del todo los límites. Porque cuando piensa que lo ha hecho, llega algo sorprendente que replantea su propia postura. Que un chico con discapacidad pinte no es cosa nueva. Pero que el papel o el lienzo se conviertan en receptáculos de formas y colores llenos de vida, de historias, de pensamientos sobre lo que rodea al artista, eso sí es extraordinario.
Esto sucede con el trabajo que hasta el 16 de febrero exponen Gaby Espinosa, Stephie Edgerton, Alejandro Velasteguí, Roberto Mantilla y Esteban Cisneros como parte de ‘El arte como terapia de vida’. Son cinco personas cuyo potencial va mucho más allá de lo que puedan diagnosticar los médicos. Artistas que han creado un universo mágico gracias a la ayuda del óleo, los pigmentos, el estuco o los acrílicos. Gente que imagina, que sueña, que encara sus propios miedos y deseos representándolos.
Voltaire dice: «El arte no es más que una imitación juiciosa». Y lo que hace este quinteto es justamente arte sesudo. No porque haya gran cantidad de teoría cuando trabajan (que de hecho la hay), sino porque, como dice una de las acepciones de seso, sus creaciones son producto de una «facultad sensitiva del alma».
Lorena George y Ana Lucía Vásconez son las promotoras del proyecto SensibilizARTE. En el último año y medio, ellas han trabajado con los cinco, llevándolos a vivir la experiencia del arte no como un ejercicio de la razón sino como una práctica de la voluntad. Como resultado, sus estudiantes han elaborado cerca de un centenar de piezas, de las cuales un 70% forma parte de la exposición montada en la galería Pentasiete Art Studio (av. Oswaldo Guayasamín Ne 4-145 y Siena, Cumbayá).
«Nosotras vamos canalizando sus inquietudes artísticas. Ellos van descubriendo sus técnicas y la forma de expresarse», comenta Lorena, quien en la primera parte del proyecto ha adecuado su taller para las necesidades de cada uno de los participantes. Algunos de ellos, como Gaby Espinosa, solo pueden desplazarse sobre una silla de ruedas. En este caso, las maestras han elaborado pinceles especiales de mangos largos y otros aditamentos para la artista, quien incluso ha pintado con los pies.
«Es un arte puro por el que logran desfogar lo que sienten», dice Ana Lucía. Para ella, uno de los principales logros de SensibilizARTE consiste en dar una nueva oportunidad de trabajo a los integrantes del grupo. «Llegamos a chicos de 18 años en adelante. Personas que salen de fundaciones y que no saben qué hacer. Aquí pueden remunerarse con su arte».
Quienes pueden testimoniar mejor esta experiencia artística son aquellos que manchan sus manos, pies y caras con los colores de un tubo de pintura. Stephie y Alejandro, a quienes el arte los ha unido al punto de llamarse primos, no esconden su emoción al ver sus cuadros ubicados sobre las paredes de Pentasiete. Ella dice que se siente feliz pintando a los animales que salen de su cabeza o que encuentra por Internet (uno de sus cuadros recoge a tres coloridos búhos que representan a Lorena, a sí misma y a Alejandro). Él, en cambio, se siente famoso, ya que sus obras por fin salen del taller para ser vistas por todo el público.
Con la presentación de estas obras en Pentasiete se inicia una nueva etapa en el proyecto SensibilizARTE. Las maestras quieren acoger a más gente entre sus filas y mostrarles cómo el arte es un método para expresar su mundo interior
FUENTE : REVISTA FAMILIA